Cuando era jugador, era difícil no pensar que Dennis Rodman era un tipo fuera de lo común, más allá de su anormal capacidad para atrapar rebotes. Sus excentricidades lo convertían en un personaje que no pasaba desapercibido.
Rodman ha tenido un rol importante en el documental The Last Dance que revive esa última temporada de Michael Jordan en los Chicago Bulls, pero convencerlo para hablar fue una tarea difícil.
Jason Hehir, director de la serie que se televisa los domingos en ESPN en Estados Unidos y luego en Netflix para el resto del planeta, relató las dificultades que pasó la producción para acceder al testimonio del ala pivot.
“Entrevistar a Dennis Rodman es como entrevistar a un gato salvaje. No está mirando nunca al mismo lugar, tiene esas grandes ojeras puestas. Todas las declaraciones volvían a Kim Jong-un (el polémico líder de Corea del Norte) y cómo él iba ser considerado en los libros de historia. Entonces yo estoy como, ‘No. Estamos hablando es de los Pistons. ¡No de Corea! ¡Quédate conmigo!”, detalló entre risas Hehir a ESPN.
Tras varios meses detrás del exjugador cuando accedió a hablar, le abrió la puerta a una nueva odisea a la cadena. “Se presentó dos horas tarde. Salió del auto, caminó, me sentí como si viera un fantasma, pasó junto a mí… Parecía que recién se había levantado. Dijo: ‘¿Para qué sirve esto?’ Le habíamos dicho una y otra y otra vez que era para un documental sobre los Bulls. Y me dijo: ‘Ok, te doy 10 minutos’», dijo Hehir.
“Cada página con preguntas demoraba una hora. Y tenía 11 páginas”, reveló. Buena parte del documental peligraba ante la actitud de Rodman. Sin embargo, todo se aflojó luego de que pusiera dos requisitos para comenzar a responder.