Con tanto control antidopaje los ciclistas están acostumbrados a vivir con el miedo a que el resultado positivo de un análisis acabe con sus carreras, así que seguramente Alejandro Valverde, Chris Froome, Tadej Pogacar y otras figuras del pedal mundial no son los residentes más nerviosos del hotel W, un cinco estrellas en la isla de Yas, Abu Dhabi, donde esperan, aislados, los resultados de las pruebas del coronavirus a que fueron sometidos, junto a otros 500 miembros más –periodistas, auxiliares, organizadores, técnicos—del pelotón del Tour de los Emiratos, después de que se concluyera que la fiebre de dos masajistas del equipo italiano UAE se debía a que padecían COVID 19.
La carrera se ha cancelado a falta de dos etapas para intentar prevenir un contagio inevitable y mientras los ciclistas esperan, tumbados en la cama, charlando en el vestíbulo o paseando por la piscina, en el mundo exterior crecen y se multiplican los rumores y los miedos, y los dedos de la mano no bastan para contar las posibles consecuencias catastróficas de la llegada de la epidemia al ciclismo, un deporte que se mueve en pelotón en todos los sentidos, el caldo de cultivo ideal para los virus.
Los masajistas tocan a los deportistas y les preparan comidas y bebidas; los ciclistas comparten dormitorio de dos en dos y, como dice José Luis Arrieta, director del Movistar, el equipo de Valverde, “cuando pedalean no se ponen la mano en la boca para tapar sus esputos o toses, todo se comparte, también el sudor y los botellines, entre más de 200 deportistas, con las defensas al límite”.
Los periodistas extranjeros y el personal, en su mayoría italiano, de RCS, la empresa que organiza el Tour de los Emiratos y también el Giro de Italia, están alojados en el vecino Crowne Plaza, sometidos al mismo tratamiento que los ciclistas, aunque administrado posteriormente pues hubo que reponer los kits de análisis. “Nos han dicho que permaneciéramos en las habitaciones, y que el servicio de habitaciones nos subiría la comida”, comenta el periodista inglés Matt Rendell. Todos dan por descontado que más de un ciclista estará contagiado y Patrick Lefévère, responsable del equipo belga Deceuninck, ya avanza que a él le consta que un ciclista del Groupama y otro del Bahrein ya habrían dado positivo.
La experiencia del Tour de los Emiratos ha aumentado la preocupación entre los organizadores de carreras en Europa, que, vista la capacidad de contagio de su deporte, temen que sea inevitable la anulación de algunas de las grandes carreras clásicas de la primavera que llega, como la Milán-San Remo, la París-Niza o la Tirreno Adriático.