África vuelve a los octavos de final después del fiasco del Mundial de Rusia, cuando sus cinco representantes cayeron en la fase de grupos.
Al menos en Qatar se ha colado en las eliminatorias la actual campeona continental, Senegal, que además no puede contar con Sadio Mané y que por el camino se ha encontrado con la baja de Kouyaté, un centrocampista con amplia experiencia en la Premier League.
Con todo, le dio para dejar atrás a Ecuador, a la que le valía el empate para eliminar a los senegaleses, pero cometió un pecado original: salió al campo a especular con el marcador y el cronómetro. Ni le sobró fútbol como para cambiar su destino, ni cuando encontró la fortuna no supo guardarla.
Senegal partió con brio, con una llegada de Idrissa Gana Gueye y un remate desviado a modo de advertencia. Pero Ecuador no se activó y planteó un partido de ritmo bajo e interrupciones, una liza sin continuidad como si aguardase que el reloj se moviese en su favor.
Acunada en la percusión que le acompaña desde la grada, Senegal tomó la pelota y se revolvió contra el adocenamiento, dio varios pasos hacia delante y dominó a un rival que poco hizo por desatarse. El gol llegó como si fuese una gota malaya que unos y otros destilaron.
Senegal insistió y Ecuador ayudó. Una falta aparentemente inocua en el flanco izquierdo de la medular del cuadro africano acabó por desnudar la espalda de Preciado, lateral diestro del Genk belga, para que Hincapié atropellase en el área a Ismaïla Sarr, que transformó el penalti.