Magic Johnson (60) aparece por varios rincones de ‘The last dance’ haciendo ese papel de Magic Johnson retirado que tan bien le sale: gordo pero saludable y guapo, aún juvenil, simpático, aparentemente inocente y muy sutilmente irónico. En realidad, Magic Johnson no parece ser un verdadero amigo de Michael Jordan en ‘The last dance’. Como mucho, las dos estrellas debieron de tener una relación cordial pero suspicaz, con algunos buenos momentos y no pocos celos.
Al final, Jordan pasó a la historia como el mejor, pero nunca dejó de ver en Magic una figura aspiracional: a Magic le tocó California, le tocaron mejores compañeros de equipo, le tocó Jack Nicholson en primera fila y le tocó caer bien. Magic organizó fiestas con las mujeres más guapas de Los Ángeles que terminaron en orgías colosales (lo cuenta el documental ‘A.C Green, Iron Virgin’) y contrajo el sida cuando la enfermedad era un estigma… pero aún así, siguió pareciendo el yerno perfecto. En cambio, Jordan tuvo en una época una amante blanca que se quedó embarazada de otro jugador de la NBA, Dale Davis. La mujer, Karla Knafel, anduvo años pidiéndole dinero y difundiendo la fama del odioso Jordan.
A estas alturas de ‘The last dance’, con seis capítulos de 10 estrenados, la intriga consiste en saber hasta dónde llegará la exploración de las oscuridades del alma de Jordan. De momento, la narración parece una voladura controlada. En el capítulo seis, se aborda la leyenda de la ludopatía del jugador y se pone en un contexto amable y comprensivo: Jordan apostaba mucho, pero ésa era la consecuencia del carácter hipercompetitivo que lo llevó a ser el mejor. A veces jugaba cantidades obscenas, pero así son las cosas cuando alguien gana millones. Algunos amigos de timbas fueron estafadores impresentables pero es que parásitos así aparecen siempre que un deportista negro empieza a ganar mucho dinero… Una noche, en la víspera de una eliminatoria en Nueva York, Jordan se fue de casinos a Atlantic City. Tal y como lo cuenta en la serie, aquello fue un rato de relax tan inocente como ir al cine.
Habrá que ver qué nos traen los últimos capítulos, pero la serie de Netflix también trata como una anécdota la malísima fama de Jordan como compañero de equipo. Aquí y allá aparecen testimonios sobre lo invivible que podia ser Air: una pelea en un entrenamiento, un pique que se hacía crónico… De nuevo, todo parece un peaje del éxito, un inconveniente necesario y casi gracioso. ¿Lo fue? ‘The Jordan rules’ es un libro-crónica escrito durante el primer año triunfal de los Bulls (la temporada 90-91) por el periodista Sam Smith. El texto es un relato caballeroso que omite detalles sobre juergas y adulterios, pero retrata con muchísima intimidad las relaciones de aquellos Bulls.
«Hace cinco años perdimos 52 partidos, pero todo el mundo iba feliz a trabajar. Este año, ganamos todo el tiempo pero todos estamos enfadados», dice John Paxson en un momento del libro. Paxson era un veterano con fama de buen profesional, un base blanco que tuvo su momento de gloria en la final de ese año y al que Jordan trató bien. Otros jugadores, más débiles, no levantaron cabeza tras recibir la cólera de Jordan: Brad Sellers, Stacey King, Dennis Hopson y Steve Colter perdieron el rumbo de sus carreras en Chicago.
Sam Smith da la clave en el ‘post scriptum’ de ‘The Jordan rules’: Kobe Bryant también fue un compañero insufrible por su afán competitivo, cuenta Smith, pero, a diferencia de Jordan, Bryant no controlaba su impaciencia. Después, se arrepentía e intentaba compensar sus impertinencias. Jordan, en cambio, aplicaba su crueldad por capricho, como si jugase a ser Zeus.
¿Qué más nos deben los últimos episodios de ‘The last dance’? Falta que aparezca Graig Hodges, otro secundario en los Bulls que podría haber sido el espíritu de las navidades pasadas para Jordan. Hodges era un hombre muy politizado, un activista contra el racismo que se desesperaba ante la pasividad de Jordan, el hombre más admirado de su tiempo. Según el libro de Sam Smith, Jordan creció en un entorno en el que el racismo estaba atenuado. Cuando le llegó el éxito, se convirtió en una especie de negro blanco, como el personaje de Norman Mailer pero al revés. Fumaba puros, jugaba al golf, vestía de traje, tenía aventuras con mujeres rubias y cada inversión que hacía tenía éxito. Hacía cosas de blancos.
La última pregunta no tiene respuesta posible. El Jordan de 22 años que retrata ‘The last dance’ es un chico bueno e inocente. El de 34, parece un dios temible. El de 58, con los ojos rojos, es un personaje insondable. Lo contrario de Magic Johnson. ¿Qué le pasó?