En la Marmolada, Gianni Bugno escalaba con la vista perdida, como un autómata, derrotado por la superioridad mayúscula de Indurain. En esas paredes comprendió que siempre estaría a la sombra del gigante de Villaba. Tras su retirada confesó que tuvo que recurrir a un psicólogo para vencer el miedo que tenía a Miguelón. Esas rampas interminables desnudaban, sin pudor, debilidades. Este sábado la cumbre Dolomítica sepultó las ambiciones de Mikel Landa y de Richard Carapaz. El vasco también escaló resoplando, maldiciendo su destino cruel. El ecuatoriano, reventado en el penúltimo escalón. Adiós a la maglia rosa, arrebatada por Jai Hindley, el australiano que este domingo será coronado en la medieval Verona.
El nuevo líder impuso su ágil pedaleo en el tramo final de la Marmolada, el más duro de la subida de 12 kilómetros. En sólo 5.000 metros, el Giro quedó roto por la maniobra corredor del Bora, que saldó cuentas con su propia historia. Hace un par de años perdió el Giro en la última jornada, en beneficio del británico Tao Geoghengan. El ciclismo, como la vida misma, siempre ofrece una segunda oportunidad.
Hindley selló su herida con el Giro en las largas rectas de la Marmolada. Allí donde Landa ascendía con el rostro desencajado, con la boca entreabierta, tomando aire para aliviar la fatiga. Perdiendo metros con el australiano y con Carapaz. Una imagen con trampa, porque el ecuatoriano, impotente, se alejó del jefe de filas del Bora. Además, en su intentó por no perder mucha renta se desfondó en tres martirizantes kilómetros. El capitán del Ineos claudicó como nunca. Él, un ejemplo de regularidad, se hundió con estrépito. Hasta Landa se superó en el último asalto a la cumbre dolomítica. El vasco cedió 50 segundos con Hindley, y Carapaz, 1.28.
LA CRONO DEL DOMINGO
La contrarreloj del domingo (17,1 kilómetros), salvo desgracia, no decidirá la primera plaza. Más incertidumbre habrá para la segunda plaza, con algo menos de medio minuto de renta para el ecuatoriano frente al español.
La tercera plaza del podio como consuelo para el landismo, ese movimiento de expectativas fracasadas. Una religión que no cautiva a Jai Hindley. Tampoco engancha a Alessandro Covi, vencedor de la etapa reina. Sin Joao Almeida, el UAE jugó sus cartas con el aventurero italiano, que se metió en la escapada buena del día y que también tuvo el privilegio de coronar primero el Pordoi, la cima Coppi de este agonizante Giro.
El segundo fue el esloveno Domen Novak, compañero de Landa y que ni siquiera sirvió como avanzadilla o puente del vitoriano, resignado a su suerte. «No he estado bien. No pude exprimir a mi equipo en la última subida. Al menos he sabido regular el esfuerzo y he podido pasar a Carapaz», dijo al término de la etapa.