Reynolds fue un claro ejemplo de la tendencia actual en las mayores, en que los bateadores buscan todo o nada. Sus mejores años fueron con los Diamondbacks de Arizona.
Promedió .260 en el 2009, cuando registró las mayores cifras de su carrera en cuadrangulares, con 44, pero también en ponches, con 223. Ese último número sigue constituyendo un récord de las Grandes Ligas.
El año previo se convirtió en el primer bateador en llevarse 200 ponches. Tiene tres de las 13 temporadas de al menos 200 ponches por parte de un bateador de las Grandes Ligas.
En cuatro temporadas distintas bateó al menos 30 jonrones y fue el líder en ponches tres veces. Terminó con un promedio de bateo de .236 y se desempeñó principalmente en tercera y primera base.
Después de cuatro años con los D-backs, saltó de los Orioles de Baltimore a los Indios de Cleveland, los Yanquis de Nueva York, los Cerveceros de Milwaukee y los Cardenales de San Luis en cinco temporadas de altibajos.
Resurgió al final de su carrera en Colorado, con 30 cuadrangulares en 2017 pero cuando regresó el año pasado a los Rockies bateó para un promedio de .170, con cuatro jonrones, la peor cifra de su carrera, y 20 impulsadas en 162 apariciones en el plato.
